Hace unos días, comentábamos a través del BOLG del SEGURO de nuestros compañeros de la correduría Marin Domenench, sobre la pretensión de algunas compañías de solo dar determinadas coberturas, si el cliente es integral.
Desde entonces me ronda una pregunta, ¿pero es que puede existir el cliente integral?. Y otra, ¿pero es que puede existir la correduría integral?.
Analicemos algo tan cotidiano y vulgar como hacer la compra, a falta de mejor ejemplo, pongo el de mi familia, por cierto que somos muchos, ya que tenemos cuatro hijos.
La compra grande del mes la hacemos por internet en Carrefour, pero no compramos productos frescos porque no nos gustan lo que nos ofrecen, eso lo compramos enfrente de casa en un Maxcoop, que me sale bastante más caro, pero puedo ver lo que compro y además me lo suben a casa. Pero algunos productos, a los que no damos mucho valor, pero que nos gustan a todos, los compramos en Aldi o Dia, que nos salen mucho más baratos, eso sí, tengo que cargar con ellos y hasta pagar la bolsa, por último, tengo que ir a Hiber, porque es el único en donde encuentro los potitos para Miriam, de tres años. Por cierto, de vez en cuando, nos damos un gustazo y el sábado compramos la comida en Mallorca o en el Burger King.
Conclusión, ¿soy un cliente integral? ¿tengo un perfil definido? ¿puede cualquiera de las marcas mencionadas ofrecerme todo lo que yo quiero y me gusta?
Evidentemente no.
Pero voy más lejos, ¿puedo yo ser la correduría integral?. En teoría si, trabajo con más de cincuenta compañías, agencias de suscripción, a través de otras corredurías, por tanto productos tengo, precios, soluciones….
Pero seamos serios, si estoy especializado en responsabilidad civil, mis fortalezas estarán en ese campo, por supuesto que soy capaz de intermediar un seguro de un coche o de una casa o casi de lo que quieras, ¿pero soy verdaderamente bueno en todo?
NO.
Y por si alguien no lo quiere entender, ESTO NO ES OPCIONAL. El desarrollo de internet hace que el acceso a las distintas ofertas se multiplique de forma exponencial de mes en mes, lo cual, como ya está más que escrito desde hace años, traslada el poder de decisión del oferente al demandante, él es el que escoge.
Según sus percepciones, situación del momento, estado anímico o que hoy es martes, decidirá comprar un producto u otro, en un sitio o en otro, se apañará sus propias soluciones.
Si a esto le unimos que las circunstancias de nuestros clientes cambian cada día a mayor velocidad, entiendo que la búsqueda del Dorado integral es un desgaste estéril e inútil.